Yeats y Keats, románticos por necesidad (Literatura/Matías Rosas)
“La poesía, en sentido general, puede definirse como la expresión de la imaginación”.
Así
comienza “En defensa de la poesía de P.B Shelley (1821). La imaginación es la actividad
mental que tensiona con la razón, la que sintetiza la naturaleza de las cosas,
esa naturaleza que ha sido alterada por intereses productivistas/mecanicistas
de la época (luminismo/modernidad). La imaginación debe preponderar sobre la
razón para reponer la subjetividad, para llegar a la verdad. La imaginación es
la resistencia, la fuga, el rechazo, el cuestionamiento, el disfrute, la
contemplación, la belleza, la ensoñación.
Desde estas tres últimas posiciones del yo lírico
(contemplación, belleza y ensoñación) escriben Yeats y Keats:
. Contemplación (carpe noctem): “Bizancio” (Yeats), “las impuras imágenes del día se retiran”: nos
habla del doloroso estado de vida, muerte y trance provocado por el cierre de
una batalla, de la complejidad.
. Belleza: “Oda sobre una urna griega” (Keats), “el
valle de la Arcadia”: ese país idílico en el que todos viven en felicidad, sencillez,
paz y se obtienen por medio de las artes (baile, música, poesía). Arte es
belleza y la belleza es la verdad.
. Ensoñación: “Oda a un ruiseñor” (Keats): “¿Fue
aquello una visión o un sueño de vigilia? / Ya se esfumó la música ¿Duermo o
estoy despierto?”: recurre al ruiseñor como inspiración, lo idealiza y el yo
lírico se expande porque se fuga de los límites de la conciencia cuando entra
en la vigilia del sueño.
En estos ejemplos podemos ver entonces qué estados toma el yo lírico y la búsqueda de ideal/belleza/verdad como rechazo
al contexto (materialidad histórica).
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