Vanguardia década del 20. Ultraísmo.
La hipótesis que plantearé es ver cómo se posiciona
el yo poético en un poema de cada autor en relación a sus poemarios correspondientes
y si hay una continuidad o no en estilo, con una temática en particular: el amor.
Los poemas, autores y poemarios son: “Café-concierto”
de 20 poemas para ser leídos en el tranvía,
Girondo (1922); “Sábados” de Fervor de Buenos Aires, Borges (1923) y “Máscaras”
de Molino rojo, Fijman (1926) ¿Por qué
hablar del amor? En los tres poemarios hay un tema predominante que define el
tono de esos poemarios: la angustia. En Girondo, la angustia que sentimos
cuando el yo poético es observador de la brutalidad de la gente de Buenos
Aires; En Borges, la angustia y melancolía de lugares, costumbres y personas porteñas
y en Fijman, la angustia es locura y soledad. Frente a este tono que determina
estas tres obras pregunto cómo usan al amor y cómo influye en el yo poético.
Hay una cita de Sarlo en el texto de Jarkowsky “Si no hay yo, la literatura
puede librarse de varias servidumbres: del sentimentalismo, del recuerdo, de la
nostalgia, del pasado, de la tradición, de la historia.” (p.8) Este
razonamiento es apropiado para ver en cada autor como se presenta el yo en cada
uno de sus poemarios: en Girondo, el yo cuenta, habla de otros, nunca hace
juicio de valor ni pone sus sentimientos en juego, “la evaporación del yo”
(Jarkowsky, p.9) y por momentos pareciera que versease en tercera persona
(nótese el uso del “hay” y no de “yo veo”: “Hay un grupo de marineros
encandilados ante el faro que un maquereau tiene en el dedo meñique, una
reunión de prostitutas con un relente a puerto, un inglés que fabrica niebla
con sus pupilas y su pipa”: Esta enumeración en “Café-concierto”, ubicada a
mitad del poema, ejemplifica el distanciamiento del yo, en un presente sin
recuerdos, sin nostalgia ni otro sentimiento, lo que pone al yo en posición de
testigo. Pero en el final del poema: “La camarera me trae, en una bandeja
lunar, sus senos semi—desnudos... unos senos que me llevaría para calentarme
los pies cuando me acueste. / El telón, al cerrarse, simula un telón
entreabierto.”: aparece el yo con una metáfora de desprecio brutal al amor y,
en el último verso, el yo vuelve a desaparecer. Por lo tanto, el yo poético en
este poema, es el mismo en todo el poemario de Girondo.
Ahora,
¿qué pasa con el poema de Borges? Para analizarlo, tomemos un fragmento del
prólogo de su poemario, en el que Borges critica a los sencillistas: “¿Y
los demás, los susodichos poetas sencillistas que han despreciado los retablos
del novecientos? Éstos tienen también sus trampantojos y han ahorcado la lírica
en un confesionalismo indecoroso y gesticulante, o en una serie de pueriles
anécdotas”. En Fervor…, el yo se presenta de tres maneras:
como testigo (similar a Girondo, pero con otro tratamiento de la metáfora), en
primera persona singular y en primera persona plural. Pero en “Sábados”, además
de estas personas del yo, aparece la segunda del singular en los versos finales,
siendo el único poema que tiene, no solo segunda persona sino también, las tres
personas “Tú / que ayer sólo eras toda la hermosura / eres también todo el amor,
ahora.” Este poema está cargado de imágenes y sensaciones del yo ¿Las tres
personas que adopta el yo puede facilitar esta característica “confesionalista”
que Borge criticaba? Verso por medio leemos un sentimiento del yo ¿Será que
Borges habría perdido la línea al haber hecho un poema dedicado a su “novia en
la vida real”? Más allá de esta impresión, el amor para Borges viene a mitigar
la angustia: “hablan la angustia y tu pudor y mi anhelo. / Sobrevive a la tarde
/ la blancura gloriosa de tu carne. / En nuestro amor no hay algazara, / hay
una pena parecida al alma.” Hablando de la angustia, pasemos entonces al poema
de Fijman.
En el poemario de Fijman, la
angustia y la soledad son temas de base. Hay varios poemas en que el yo habla
del amor. Pero en ningún caso el amor tiene una figura determinada (no sabemos
si es mujer). En Máscaras: “Amor / hízome
calles de esperanza / que oprimieron tus manos de alegría. / Sus máscaras de
aromas pusiéronme los astros / en las músicas negras que miran lentamente / mi
soledad de túnel olvidado. / Y todavía el muelle / de mi ser bosteza; / yerra
mi angustia”. En este fragmento hay un
uso no tan claro de las personas del yo y de los pronombres (además de
la carga metafórica) y no podemos
aseverar que hablase de una mujer aunque sí vemos que el yo poético recurre al
“amor” como esperanza. Y, cuando le habla al amor, con cierto tono declarativo,
no transparenta quién ni qué es sino, que queda en el mismo juego metafórico,
tal como ocurre en todo su poemario.
La idea de tomar al amor como
posible punto de quiebre en el estilo del poemario de cada autor se debió a que,
en los tres, el tono que prevalece es el de la angustia y pudimos ver entonces, que tanto en Girondo
como en Fijman, hay una continuidad en la posición del yo poético, mantienen la
lógica en estos poemas citados referentes al amor igual que el resto de sus
poemarios. Pero, con Borges, tenemos una sorpresa: su poema se vuelve más íntimo,
personal y el yo más involucrado sentimentalmente que el resto de su poemario.
Pareciera que el amor derriba hasta
las barreras de las convicciones estilísticas más fervorosas.
Bibliografía
Jarkowski, Aníbal, “Prólogo”, en Girondo, Oliverio, Textos
selectos, Buenos Aires, Corregidor, 2001.
Poemas
analizados
Girondo (1922)
Las notas del pistón describen trayectorias de cohete, vacilan en el aire,
se apagan antes de darse contra el suelo.
Salen unos ojos pantanosos, con mal olor, unos dientes podridos por el
dulzor de las romanzas, unas piernas que hacen humear el escenario.
La mirada del público tiene más densidad y más calorías que cualquier otra,
es una mirada corrosiva que atraviesa las mallas y apergamina la piel de las
artistas.
Hay un grupo de marineros encandilados ante el faro que un maquereau tiene
en el dedo meñique, una reunión de prostitutas con un relente a puerto, un
inglés que fabrica niebla con sus pupilas y su pipa.
La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semi—desnudos... unos
senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste.
El telón, al cerrarse, simula un telón entreabierto.
JLB
(1923)
SÁBADOS
Para mi novia,
Concepción Guerrero.
Benjuí de tu
presencia
que iré quemando
luego en el recuerdo
y miradas
felices
de bordear tu
vivir.
Hay afuera un
ocaso, alhaja oscura
engastada en el
tiempo
que redime las
calles humilladas
y una honda
ciudad ciega
de hombres que
no te vieron.
La tarde calla o
canta.
Alguien
descrucifica los anhelos
clavados en el
piano.
Siempre la
multitud de tu hermosura
en claro
esparcimiento sobre mi alma.
*
No hay más que
una sola tarde
la única tarde
de siempre.
Aquí está su
remanso. Las palabras
no logran
arraigarse en su paraje
y se escurren
como agua.
El corazón
refleja
tus labios que
una noche serán besos
y mis ojos
abiertos como heridas
habrán de sostener
otros lugares.
Te traigo
vanamente
mi corazón final
para la fiesta.
*
A despecho de tu
desamor
tu hermosura
prodiga su
milagro por el tiempo.
Está en ti la
ventura
como la
primavera en la hoja nueva.
Quedamente a tu
vera
se desangra el
silencio.
Ya casi no soy
nadie,
soy tan sólo un
anhelo
que se pierde en
la tarde.
En ti está la
delicia
como está la
crueldad en las espadas.
*
Suave como una
rosa fue tu silencio,
mas hoy lo rayan
los presentimientos.
Empujando la
reja
está la noche
dura que desalma la quinta.
Nuestras dos
soledades en la sala severa
se buscan como
ciegos.
Acallando
palabras momentáneas
hablan la
angustia y tu pudor y mi anhelo.
Sobrevive a la
tarde
la blancura
gloriosa de tu carne.
En nuestro amor
no hay algazara,
hay una pena
parecida al alma.
Tú
que ayer sólo
eras toda la hermosura
eres también todo el
amor, ahora.
Fijman
(1926)
MÁSCARAS
Sangró mi
corazón como una estrella
crucificada.
Dolor;
del sándalo
purísimo del sueño
trabajaron la
balsa de mi vida.
Amor
hízome calles de
esperanza
que oprimieron
tus manos de alegría.
Sus máscaras de
aromas pusiéronme los astros
en las músicas
negras que miran lentamente
mi soledad de
túnel olvidado.
Y todavía el
muelle
de mi ser
bosteza;
yerra mi
angustia
dando vueltas y
medias-vueltas
como barricas.
Hasta que al
fin, se romperá algún día
mi corazón, como
un ladrillo.
Sus máscaras de aromas
me prenderán los astros!
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