La luz negra de María Gainza: la intriga (Literatura/Matías Rosas)


La luz negra y la intriga.
“Supongamos que así sucedió” (pag. 6). Desde el inicio, la narradora omnisciente nos avisa que nos va a contar algo de lo que no está segura. No  está conforme con su vida hasta que conoce a Enriqueta, quien le enseña el oficio de autenticar obras falsas, la narradora la admira. Enriqueta le habla de una falsificadora que fue compañera de ella en Bellas Artes, de la negra: “El talento un poco siniestro de entrar en el alma de los demás” (pag. 14). Enriqueta muere y la narradora decide iniciar la búsqueda de la negra. No solo la buscará sino, que hará un informe: “Seis días ya. Encerrada en este hotel, escribiendo un informe que nadie me pidió. Qué cosa.” (pag.90). La mayor parte del texto trata de esa búsqueda, del pasado de la negra, de cada dato que aporta cada persona que entrevista. Uno como lector se pregunta porqué esa búsqueda, “ahora me doy cuenta (…) En el fondo, para mí, la Negra era un estado mental, una nube en el horizonte. Por supuesto, no me engañaba, y aunque empezaba a sospechar que mi intento de biografía se me estaba deshaciendo entre los dedos, aún no estaba dispuesta a soltar. La búsqueda me daba la tanza para hilvanar mis días, me servía como propósito, como razón de ser, todo lo que había ido perdiendo en el último tiempo.” (pag.75). A las tres cuartas partes del texto nos enteramos el motivo de su búsqueda, su manera de hacer un duelo. La posición de la narradora pasa, por momentos, de omnisciente a testigo, detectivesca.  
 

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